Causas del Embarazo Adolescente
En la última década, de acuerdo a cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) el número de madres adolescentes en Chile ha crecido un 2,4%. De los 230.352 niños nacidos vivos en 2004, 33.508 son hijos de madres de entre 15 y 19 años, y 906 de niñas bajo los 15, según estadísticas del MINSAL. Esta cifra se incrementó a 38 mil y 1.080 en 2006, respectivamente.
Aún cuando estos números son bajos en relación a los países vecinos de la región, son los más elevados entre los países con mejor ubicación en la escala de desarrollo.
Algunos factores que explicarían esta situación, son los importantes cambios biológicos que hacen que las mujeres tengan su primera menstruación a los 12 años y no a los 17, como hace dos décadas. Además, la adolescencia, definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la etapa entre los 10 y 19 años de edad, corresponde a un periodo de cambios, donde se produce un distanciamiento de las figuras paternas, un acercamiento a los pares y un interés por el sexo opuesto.
Para el director del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente (CEMERA), de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Ramiro Molina, una de las causas del embarazo adolescente “tiene que ver con el inicio precoz de las relaciones sexuales, con que no hay educación sexual y con que no existen lugares confidenciales donde los menores de edad puedan asistir para prevenir un embarazo. Es un grupo poblacional extraordinariamente desvalido, sensible y vulnerable”.
Otros expertos sostienen que este fenómeno se produce por el desconocimiento de métodos preventivos eficaces. Sin embargo, la directora del Centro de Estudios de Biología Reproductiva (CEBRE) de la Universidad Católica de Chile, Marcela Aracena, sostiene que “la mayoría de las mujeres que se embarazan en sectores medios o bajos, no lo hacen por no saber de métodos anticonceptivos”, sino porque el rol de madre es una alternativa de realización personal, cuando no tienen grandes aspiraciones en el plano profesional.
Un estudio realizado por este mismo centro señala que el 88,6% de los escolares que han tenido una relación sexual conocen los anticonceptivos. Sin embargo, tan sólo el 23,4% de ellos afirma utilizar algún método para prevenir el embarazo. Según otra investigación realizada por profesionales de la Universidad de Chile, en 2004, los adolescentes no solicitarían anticonceptivos por “vergüenza”, “no haberlo pensado” y “miedo”.
Aún cuando estos números son bajos en relación a los países vecinos de la región, son los más elevados entre los países con mejor ubicación en la escala de desarrollo.
Algunos factores que explicarían esta situación, son los importantes cambios biológicos que hacen que las mujeres tengan su primera menstruación a los 12 años y no a los 17, como hace dos décadas. Además, la adolescencia, definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la etapa entre los 10 y 19 años de edad, corresponde a un periodo de cambios, donde se produce un distanciamiento de las figuras paternas, un acercamiento a los pares y un interés por el sexo opuesto.
Para el director del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente (CEMERA), de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Ramiro Molina, una de las causas del embarazo adolescente “tiene que ver con el inicio precoz de las relaciones sexuales, con que no hay educación sexual y con que no existen lugares confidenciales donde los menores de edad puedan asistir para prevenir un embarazo. Es un grupo poblacional extraordinariamente desvalido, sensible y vulnerable”.
Otros expertos sostienen que este fenómeno se produce por el desconocimiento de métodos preventivos eficaces. Sin embargo, la directora del Centro de Estudios de Biología Reproductiva (CEBRE) de la Universidad Católica de Chile, Marcela Aracena, sostiene que “la mayoría de las mujeres que se embarazan en sectores medios o bajos, no lo hacen por no saber de métodos anticonceptivos”, sino porque el rol de madre es una alternativa de realización personal, cuando no tienen grandes aspiraciones en el plano profesional.
Un estudio realizado por este mismo centro señala que el 88,6% de los escolares que han tenido una relación sexual conocen los anticonceptivos. Sin embargo, tan sólo el 23,4% de ellos afirma utilizar algún método para prevenir el embarazo. Según otra investigación realizada por profesionales de la Universidad de Chile, en 2004, los adolescentes no solicitarían anticonceptivos por “vergüenza”, “no haberlo pensado” y “miedo”.
Educación sexual ¿Los padres o el colegio?
El director del Centro de Educación Sexual Integral, psiquiatra Ricardo Capponi, cree que la entrega de información sobre sexualidad debería estar a cargo de los colegios, ya que hay una serie de factores que hacen incómodo este diálogo entre padres y adolescentes.
Considera que a los padres les compete “la entrega de valores y el mantener una comunicación que permita a los hijos acudir a ellos cuando estén conflictuados o tengan que tomar alguna decisión compleja”, pero no tienen por qué ser expertos en educación sexual. La ginecóloga Pilar Vigil coincide en que los profesores tienen el rol de fomentar el diálogo entre padre e hijo creando instancias en que participen todos.
Los adolescentes parecen pensar igual. Una encuesta nacional de educación sexual elaborada en octubre de 2004 por el Ministerio de Educación, señala que el 58% de los jóvenes cree que el profesor jefe es la persona más indicada para entregar educación sexual en el colegio. Sin embargo, más del 78% de los profesores y padres cree que la educación sexual es una función de la familia que debe ser apoyada por el colegio. La encuesta también mostró que el interlocutor válido en la familia es la mamá (81,6%).
En contraposición, un estudio realizado en abril y mayo de 2006 por el Instituto de Evaluación y Asesoramiento Educativo (IDEA), a alumnos de octavo y segundo medio de la Región Metropolitana, señala que el 58% opina que los temas de sexualidad “nunca” o “sólo algunas veces” son explicados con claridad en sus colegios y el 78% reconoce que los profesores no hablan sobre los métodos anticonceptivos o lo hacen rara vez.
Estos resultados coinciden con estudios efectuados en los últimos dos años, donde los jóvenes señalan que ni los colegios ni sus padres les enseñan lo que ellos consideran más relevante en materia de sexualidad. En este contexto, la normativa de fertilidad y el interés público por estos temas parecen ser un buen comienzo.
Considera que a los padres les compete “la entrega de valores y el mantener una comunicación que permita a los hijos acudir a ellos cuando estén conflictuados o tengan que tomar alguna decisión compleja”, pero no tienen por qué ser expertos en educación sexual. La ginecóloga Pilar Vigil coincide en que los profesores tienen el rol de fomentar el diálogo entre padre e hijo creando instancias en que participen todos.
Los adolescentes parecen pensar igual. Una encuesta nacional de educación sexual elaborada en octubre de 2004 por el Ministerio de Educación, señala que el 58% de los jóvenes cree que el profesor jefe es la persona más indicada para entregar educación sexual en el colegio. Sin embargo, más del 78% de los profesores y padres cree que la educación sexual es una función de la familia que debe ser apoyada por el colegio. La encuesta también mostró que el interlocutor válido en la familia es la mamá (81,6%).
En contraposición, un estudio realizado en abril y mayo de 2006 por el Instituto de Evaluación y Asesoramiento Educativo (IDEA), a alumnos de octavo y segundo medio de la Región Metropolitana, señala que el 58% opina que los temas de sexualidad “nunca” o “sólo algunas veces” son explicados con claridad en sus colegios y el 78% reconoce que los profesores no hablan sobre los métodos anticonceptivos o lo hacen rara vez.
Estos resultados coinciden con estudios efectuados en los últimos dos años, donde los jóvenes señalan que ni los colegios ni sus padres les enseñan lo que ellos consideran más relevante en materia de sexualidad. En este contexto, la normativa de fertilidad y el interés público por estos temas parecen ser un buen comienzo.
Anticoncepción y educación sexual
El tema de la anticoncepción en la adolescencia está lleno de controversias, como por ejemplo, el temor al desarrollo de conductas sexuales promiscuas.
A pesar de la férrea oposición de diversos sectores a estas recientes medidas, la decana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Cecilia Sepúlveda, sostiene que las evidencias científicas disponibles no apoyan ninguno de estos cuestionamientos.
“En los países donde se han implementado estas medidas, en conjunto con otras como la educación, se ha detenido el inicio precoz de las relaciones sexuales, ha bajado el embarazo adolescente y las enfermedades de transmisión sexual”.
Según un artículo de la revista de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología Infantil y de la Adolescencia (SOGIA), los estudios demuestran que la educación sexual y la disponibilidad de acceso a clínicas de planificación familiar no aumenta la actividad sexual ni adelanta el inicio de la vida sexualmente activa. Por el contrario, se sostiene que las sociedades que abordan la cuestión de la salud sexual de los jóvenes con una actitud franca, abierta y de apoyo sufren menos las consecuencias negativas de la actividad sexual.
Un estudio desarrollado en 2005 por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), plantea que “es necesario acercar a los adolescentes a servicios de consejería, de apoyo especializado y de distribución de anticonceptivos y enseñanza para su uso regular y adecuado”.
La pobreza engendra pobreza
Una de las principales características de las adolescentes embarazadas es su condición de pobreza. Según un estudio desarrollado en 2005 por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), las adolescentes pobres tienen más probabilidades de ser madres antes de los 20 años que las de grupos socioeconómicos altos. Además, “antes de cumplir 20 años, la mitad de las jóvenes pobres que viven en el campo en Chile ya ha tenido a su primer hijo”.
El 20,6% de los embarazos no deseados de menores de 19 años pertenecen al quintil más pobre de Chile, mientras en el quintil más rico, la cifra es de sólo 2,7%, según estadísticas del Ministerio de Salud (MINSAL).
Como consecuencia de una maternidad temprana, la mayoría de las adolescentes de escasos recursos quedan al margen del sistema escolar, lo que perpetúa el ciclo de pobreza. “Cada día aumenta en Chile la cantidad de adolescentes madres que, por su condición de tales, se ven obligadas a dejar su educación, ya que carecen de redes de apoyo para cuidar a sus hijas e hijos y deben asumir intensas labores para su propio hogar”, señala la coordinadora nacional del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), María Jesús Silva.
Así también lo demuestra un estudio del Centro de Análisis de Políticas Públicas (CAPP) de la Universidad de Chile, que indica que en 1998 un 20% de las adolescentes de entre 15 y 17 años no asistía a un establecimiento educacional por razones ligadas a la maternidad.
Esto trae como consecuencia una serie de riesgos sociales por la desestructuración familiar en la que viven muchos de los hijos de madres adolescentes. El economista del Centro de Estudios Públicos (CEP), Juan Pablo Valenzuela, que ha estudiado en profundidad el tema, ejemplifica esta situación a través de un estudio del Servicio Nacional de Menores (SENAME), que determinó que de 400 jóvenes encarcelados, el 64% era hijo de madres adolescentes.
Además, investigaciones demuestran que un 60% de ellas vuelven a embarazarse dentro de los dos años siguientes. De acuerdo a cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en 2002, el 1,1% de los hijos nacidos de madres menores de 15 años, representaban el segundo parto para esas adolescentes. Cuando se trata de madres entre los 15 y 19 años, el 10,8% de esos niños, eran segundos hijos.