viernes, noviembre 22, 2013

Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar en forma errónea es mejor que no pensar...

¿ERES BUEN PADRE? ¿ERES BUENA MADRE? ¿TIENES UNA BUENA FAMILIA?
VERDADES EN EDUCACION



Uno de estos días, una apoderada, me consultaba acerca del -porque no aumentábamos la exigencia académica en el colegio-.   Desde luego, la apoderada venía manifestando hace un tiempo la intensión de que su hijo fuera a la universidad y para ello debía tener un buen puntaje PSU y además obtener becas, pues sus recursos eran limitados para este ítem.

Lo que relaté antes, no es más que una muestra de una situación que se vive en muchos colegios de nuestro país... permítanme contarles la siguiente historia.

En una oportunidad trabaje en un colegio en donde un grupo de apoderados (un 30% del total aprox.) pedían que se aumentaran las exigencias académicas y disciplinarias, pues dicha medida, favorecería directamente a los jóvenes en sus vidas futuras (un ideal para provocar transformación social-económica). Los apoderados expusieron que, lamentablemente se llevarían a sus hijos de no ser escuchados.   El sostenedor del colegio junto a directivos, profesores e inspectores tuvimos por aquella época varias reuniones, obviamente algunos a favor y otros en contra.   Finalmente el sostenedor explicó que al colegio no le convenía la salida de los buenos alumnos (el 30%) y que a partir del año siguiente las cosas cambiarían…nos fuimos a vacaciones con las instrucciones claras de subir la exigencia tanto académica, como disciplinaria.

Hasta antes de vacaciones y de ese año, repetían por curso en promedio 3 alumnos.  

El colegio era particular subvencionado y los apoderados pagaban $6.000 (mensual) por alumno y se notaban esfuerzos por parte del sostenedor en términos de inversión para el alumnado.

Al año siguiente todo cambio. Se hizo respetar en reglamento interno y manual de convivencia a la pata de la letra, se reforzó con más inspectores el colegio y se contrataron dos especialistas en evaluación. A los dos meses la situación era crítica.  Aproximadamente el 70 % del alumnado se encontraba con más de tres asignaturas reprobadas, dos funcionarios del colegio fueron golpeados por apoderados “molestos por tanta exigencia”. 

Al finalizar el cuarto mes, habían sido expulsados unos alumnos por quemar con ácido el auto del director. Algunos profesores no podíamos entrar a hacer clases a algunos cursos, pues algunos jóvenes de aquellos cursos no lo permitían (ojo, dije algunos). Un alumno golpeó a comienzos de julio a un inspector, porque éste no le permitía poner los pies en la mesa en el comedor mientras almorzaba. La situación era incontenible y ciertamente dramática.   Terminó el primer semestre y “había muchas bajas”.

Se realizó un consejo antes de irnos de vacaciones de invierno y esta vez todos estábamos de acuerdo en que debíamos seguir adelante.  Esta vez los funcionarios del colegio  sentían que, a pesar de los disgustos, eran respetados en su trabajo.

Volvimos de vacaciones y en septiembre se hizo un consejo de evaluación. Ahora solo el 60% de los alumnos estaba en situación de repitencia, pero los problemas disciplinarios continuaban…a las 11 hrs del primer viernes de agosto de aquel año llegaban los bomberos a controlar un incendio en la sala de un 4º medio.   El director denunció y pidió investigación por el suceso. Resultado, 5 alumnos procesados y otros 10 alumnos de aquel curso dejaron los estudios.

Posteriormente se hicieron pruebas de nivel en el mes de agosto y estas determinaron un incremento en habilidades y destrezas (medidos por mapas de progreso) en todas las asignaturas para los alumnos con promedios regulares altos y bordeábamos los 550 pts en ensayos PSU para alumnos de 3º medio.

El problema vino casi al finalizar octubre.   La asistencia había disminuido drásticamente. Hasta 10 alumnos por curso en promedio de inasistencia y la matrícula para el año siguiente era paupérrima…

El sostenedor nos convocó a una reunión y nos explicó estos problemas y que debíamos hacer algo.   El director sugirió un ampliado con los apoderados para explicarles nuevamente los logros y cuál era el propósito de nuestro colegio…

Se hizo la reunión y les relato algo que nunca voy a olvidar.   En el ampliado algunos apoderados mostraron su descontento y comenzaron a realizar una serie de descalificaciones a profesores, directivos, etc.   El director intentaba serenamente, explicar los propósitos, hasta que un “señor” se levantó y dijo (lo recuerdo bien)  que tanta weá, de exigencias y weás, yo quiero que mi hijo salga de cuarto (medio) y listo”.  El director le explicó  lo inapropiado de sus dichos y todo terminó en una serie de epítetos de grueso calibre hacia el director por parte de este “señor-apoderado”

Al año siguiente la matricula disminuyo en casi un 30%, nuestros buenos alumnos se fueron en su mayoría, se acabó el preuniversitario gratuito del colegio, no fueron recontratados los especialistas en evaluación, se tuvieron que ir los inspectores nuevos y debimos ajustar nuestras prácticas “a la realidad de nuestros alumnos

El sostenedor vendió el colegio y en su última reunión nos dio las gracias y nos dijo: “si hubiese puesto este colegio en la dehesa, las condes o manquehue, nada de esto habría pasado, hasta pronto colegas”

Me fui de aquel colegio…ese verano no quería seguir en el sistema educativo y retomar mi primera profesión… hasta que un día, habían dos niños que vendían chocolates en las micros (amarillas). Estaban sentados (como yo) en una parada en Estación Central (Alameda- Stgo-Chile) y discutían por el precio de los chocolates (uno de ellos los vendía más barato). El niño que vendía mas barato le señalaba al otro lo mucho que había vendido (le mostraba las monedas y billetes). Aquello  fue mi inspiración para seguir adelante.

Muchas veces nuestros hijos, alumnos, niños y jóvenes son víctimas de sus propios padres… (si es que los tienen) y nosotros (los profesores) tal vez, somos los únicos que podemos salvarles, sacarles adelante…

Que mal le hacen algunos padres a sus hijos….

 

 

 
Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar en forma errónea es mejor que no pensar...

ERES BUEN PADRE?



Uno de estos días, una apoderada, me consultaba acerca del -porque no aumentábamos la exigencia académica en el colegio-.   Desde luego, la apoderada venía manifestando hace un tiempo la intensión de que su hijo fuera a la universidad y para ello debía tener un buen puntaje PSU y además obtener becas, pues sus recursos eran limitados para este ítem.

Lo que relaté antes, no es más que una muestra de una situación que se vive en muchos colegios de nuestro país... permítanme contarles la siguiente historia.

En una oportunidad trabaje en un colegio en donde un grupo de apoderados (un 30% del total aprox.) pedían que se aumentaran las exigencias académicas y disciplinarias, pues dicha medida, favorecería directamente a los jóvenes en sus vidas futuras (un ideal para provocar transformación social-económica). Los apoderados expusieron que, lamentablemente se llevarían a sus hijos de no ser escuchados.   El sostenedor del colegio junto a directivos, profesores e inspectores tuvimos por aquella época varias reuniones, obviamente algunos a favor y otros en contra.   Finalmente el sostenedor explicó que al colegio no le convenía la salida de los buenos alumnos (el 30%) y que a partir del año siguiente las cosas cambiarían…nos fuimos a vacaciones con las instrucciones claras de subir la exigencia tanto académica, como disciplinaria.

Hasta antes de vacaciones y de ese año, repetían por curso en promedio 3 alumnos.  

El colegio era particular subvencionado y los apoderados pagaban $6.000 (mensual) por alumno y se notaban esfuerzos por parte del sostenedor en términos de inversión para el alumnado.

Al año siguiente todo cambio. Se hizo respetar en reglamento interno y manual de convivencia a la pata de la letra, se reforzó con más inspectores el colegio y se contrataron dos especialistas en evaluación. A los dos meses la situación era crítica.  Aproximadamente el 70 % del alumnado se encontraba con más de tres asignaturas reprobadas, dos funcionarios del colegio fueron golpeados por apoderados “molestos por tanta exigencia”. 

Al finalizar el cuarto mes, habían sido expulsados unos alumnos por quemar con ácido el auto del director. Algunos profesores no podíamos entrar a hacer clases a algunos cursos, pues algunos jóvenes de aquellos cursos no lo permitían (ojo, dije algunos). Un alumno golpeó a comienzos de julio a un inspector, porque éste no le permitía poner los pies en la mesa en el comedor mientras almorzaba. La situación era incontenible y ciertamente dramática.   Terminó el primer semestre y “había muchas bajas”.

Se realizó un consejo antes de irnos de vacaciones de invierno y esta vez todos estábamos de acuerdo en que debíamos seguir adelante.  Esta vez los funcionarios del colegio  sentían que, a pesar de los disgustos, eran respetados en su trabajo.

Volvimos de vacaciones y en septiembre se hizo un consejo de evaluación. Ahora solo el 60% de los alumnos estaba en situación de repitencia, pero los problemas disciplinarios continuaban…a las 11 hrs del primer viernes de agosto de aquel año llegaban los bomberos a controlar un incendio en la sala de un 4º medio.   El director denunció y pidió investigación por el suceso. Resultado, 5 alumnos procesados y otros 10 alumnos de aquel curso dejaron los estudios.

Posteriormente se hicieron pruebas de nivel en el mes de agosto y estas determinaron un incremento en habilidades y destrezas (medidos por mapas de progreso) en todas las asignaturas para los alumnos con promedios regulares altos y bordeábamos los 550 pts en ensayos PSU para alumnos de 3º medio.

El problema vino casi al finalizar octubre.   La asistencia había disminuido drásticamente. Hasta 10 alumnos por curso en promedio de inasistencia y la matrícula para el año siguiente era paupérrima…

El sostenedor nos convocó a una reunión y nos explicó estos problemas y que debíamos hacer algo.   El director sugirió un ampliado con los apoderados para explicarles nuevamente los logros y cuál era el propósito de nuestro colegio…

Se hizo la reunión y les relato algo que nunca voy a olvidar.   En el ampliado algunos apoderados mostraron su descontento y comenzaron a realizar una serie de descalificaciones a profesores, directivos, etc.   El director intentaba serenamente, explicar los propósitos, hasta que un “señor” se levantó y dijo (lo recuerdo bien)  que tanta weá, de exigencias y weás, yo quiero que mi hijo salga de cuarto (medio) y listo”.  El director le explicó  lo inapropiado de sus dichos y todo terminó en una serie de epítetos de grueso calibre hacia el director por parte de este “señor-apoderado”

Al año siguiente la matricula disminuyo en casi un 30%, nuestros buenos alumnos se fueron en su mayoría, se acabó el preuniversitario gratuito del colegio, no fueron recontratados los especialistas en evaluación, se tuvieron que ir los inspectores nuevos y debimos ajustar nuestras prácticas “a la realidad de nuestros alumnos

El sostenedor vendió el colegio y en su última reunión nos dio las gracias y nos dijo: “si hubiese puesto este colegio en la dehesa, las condes o manquehue, nada de esto habría pasado, hasta pronto colegas”

Me fui de aquel colegio…ese verano no quería seguir en el sistema educativo y retomar mi primera profesión… hasta que un día, habían dos niños que vendían chocolates en las micros (amarillas). Estaban sentados (como yo) en una parada en Estación Central (Alameda- Stgo-Chile) y discutían por el precio de los chocolates (uno de ellos los vendía más barato). El niño que vendía mas barato le señalaba al otro lo mucho que había vendido (le mostraba las monedas y billetes). Aquello  fue mi inspiración para seguir adelante.

Muchas veces nuestros hijos, alumnos, niños y jóvenes son víctimas de sus propios padres… (si es que los tienen) y nosotros (los profesores) tal vez, somos los únicos que podemos salvarles, sacarles adelante…

Que mal le hacen algunos padres a sus hijos….

 

 

 
Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar en forma errónea es mejor que no pensar...





Uno de estos días, una apoderada, me consultaba acerca del -porque no aumentábamos la exigencia académica en el colegio-.   Desde luego, la apoderada venía manifestando hace un tiempo la intensión de que su hijo fuera a la universidad y para ello debía tener un buen puntaje PSU y además obtener becas, pues sus recursos eran limitados para este ítem.

Lo que relaté antes, no es más que una muestra de una situación que se vive en muchos colegios de nuestro país... permítanme contarles la siguiente historia.

En una oportunidad trabaje en un colegio en donde un grupo de apoderados (un 30% del total aprox.) pedían que se aumentaran las exigencias académicas y disciplinarias, pues dicha medida, favorecería directamente a los jóvenes en sus vidas futuras (un ideal para provocar transformación social-económica). Los apoderados expusieron que, lamentablemente se llevarían a sus hijos de no ser escuchados.   El sostenedor del colegio junto a directivos, profesores e inspectores tuvimos por aquella época varias reuniones, obviamente algunos a favor y otros en contra.   Finalmente el sostenedor explicó que al colegio no le convenía la salida de los buenos alumnos (el 30%) y que a partir del año siguiente las cosas cambiarían…nos fuimos a vacaciones con las instrucciones claras de subir la exigencia tanto académica, como disciplinaria.

Hasta antes de vacaciones y de ese año, repetían por curso en promedio 3 alumnos.  

El colegio era particular subvencionado y los apoderados pagaban $6.000 (mensual) por alumno y se notaban esfuerzos por parte del sostenedor en términos de inversión para el alumnado.

Al año siguiente todo cambio. Se hizo respetar en reglamento interno y manual de convivencia a la pata de la letra, se reforzó con más inspectores el colegio y se contrataron dos especialistas en evaluación. A los dos meses la situación era crítica.  Aproximadamente el 70 % del alumnado se encontraba con más de tres asignaturas reprobadas, dos funcionarios del colegio fueron golpeados por apoderados “molestos por tanta exigencia”. 

Al finalizar el cuarto mes, habían sido expulsados unos alumnos por quemar con ácido el auto del director. Algunos profesores no podíamos entrar a hacer clases a algunos cursos, pues algunos jóvenes de aquellos cursos no lo permitían (ojo, dije algunos). Un alumno golpeó a comienzos de julio a un inspector, porque éste no le permitía poner los pies en la mesa en el comedor mientras almorzaba. La situación era incontenible y ciertamente dramática.   Terminó el primer semestre y “había muchas bajas”.

Se realizó un consejo antes de irnos de vacaciones de invierno y esta vez todos estábamos de acuerdo en que debíamos seguir adelante.  Esta vez los funcionarios del colegio  sentían que, a pesar de los disgustos, eran respetados en su trabajo.

Volvimos de vacaciones y en septiembre se hizo un consejo de evaluación. Ahora solo el 60% de los alumnos estaba en situación de repitencia, pero los problemas disciplinarios continuaban…a las 11 hrs del primer viernes de agosto de aquel año llegaban los bomberos a controlar un incendio en la sala de un 4º medio.   El director denunció y pidió investigación por el suceso. Resultado, 5 alumnos procesados y otros 10 alumnos de aquel curso dejaron los estudios.

Posteriormente se hicieron pruebas de nivel en el mes de agosto y estas determinaron un incremento en habilidades y destrezas (medidos por mapas de progreso) en todas las asignaturas para los alumnos con promedios regulares altos y bordeábamos los 550 pts en ensayos PSU para alumnos de 3º medio.

El problema vino casi al finalizar octubre.   La asistencia había disminuido drásticamente. Hasta 10 alumnos por curso en promedio de inasistencia y la matrícula para el año siguiente era paupérrima…

El sostenedor nos convocó a una reunión y nos explicó estos problemas y que debíamos hacer algo.   El director sugirió un ampliado con los apoderados para explicarles nuevamente los logros y cuál era el propósito de nuestro colegio…

Se hizo la reunión y les relato algo que nunca voy a olvidar.   En el ampliado algunos apoderados mostraron su descontento y comenzaron a realizar una serie de descalificaciones a profesores, directivos, etc.   El director intentaba serenamente, explicar los propósitos, hasta que un “señor” se levantó y dijo (lo recuerdo bien)  que tanta weá, de exigencias y weás, yo quiero que mi hijo salga de cuarto (medio) y listo”.  El director le explicó  lo inapropiado de sus dichos y todo terminó en una serie de epítetos de grueso calibre hacia el director por parte de este “señor-apoderado”

Al año siguiente la matricula disminuyo en casi un 30%, nuestros buenos alumnos se fueron en su mayoría, se acabó el preuniversitario gratuito del colegio, no fueron recontratados los especialistas en evaluación, se tuvieron que ir los inspectores nuevos y debimos ajustar nuestras prácticas “a la realidad de nuestros alumnos

El sostenedor vendió el colegio y en su última reunión nos dio las gracias y nos dijo: “si hubiese puesto este colegio en la dehesa, las condes o manquehue, nada de esto habría pasado, hasta pronto colegas”

Me fui de aquel colegio…ese verano no quería seguir en el sistema educativo y retomar mi primera profesión… hasta que un día, habían dos niños que vendían chocolates en las micros (amarillas). Estaban sentados (como yo) en una parada en Estación Central (Alameda- Stgo-Chile) y discutían por el precio de los chocolates (uno de ellos los vendía más barato). El niño que vendía mas barato le señalaba al otro lo mucho que había vendido (le mostraba las monedas y billetes). Aquello  fue mi inspiración para seguir adelante.

Muchas veces nuestros hijos, alumnos, niños y jóvenes son víctimas de sus propios padres… (si es que los tienen) y nosotros (los profesores) tal vez, somos los únicos que podemos salvarles, sacarles adelante…

Que mal le hacen algunos padres a sus hijos….